De este pecherín destaca el hecho de ser el único que posee la Virgen en el que se combinan el bordado en oro y las joyas, entre las cuales sobresalen unos impresionantes topacios imperiales de Brasil.
De origen incierto, este detalle es profundamente granadino e icónico en la estética de la Virgen de las Angustias. Su origen podría situarse en la combinación de dos regalos a la sagrada imagen: por un lado, la beca en forma de «V» sobre el pecho, obsequio del arzobispo Escolano, y, en el centro del pecho, enmarcada por la beca, la gran cruz pectoral, regalo del arzobispo Bernardo de los Ríos.
Así se fue configurando el concepto de lo que hoy conocemos como «peto» o «pecherín», que ha perdurado hasta nuestros días con su característica forma de triángulo invertido, completamente cuajado de joyas. No obstante, más allá de su valor material, cada una de estas piezas atesora la historia y el sentimiento personal de quienes las han donado a la Virgen, que guarda cada regalo que se le hace.