Las paredes del antecamarín están decoradas con magníficas pinturas, fruto del mecenazgo de Don Juan Lizana. La concepción del mensaje iconográfico se debe a fray Baltasar de la Pasión, mientras que la ejecución artística corresponde a los pintores Juan de Medina y José Hidalgo.
Estas pinturas dan inicio al desarrollo del mensaje del Camarín. Un discurso ideado por el mercedario Fray Baltasar de la Pasión, donde el itinerario teológico comienza con la Anunciación, aunque normalmente ésta pase desapercibida. Continúan la Adoración de los Magos; la Circuncisión; la Presentación del niño Jesús en el Templo y, ocupando la pared principal, la Transfixión de Nuestra Señora (el primer dolor) por la primera advocación de la Hermandad, repitiéndose este concepto en el postcamarín. Estos frescos también representan las escenas del sueño de San José donde le habla un ángel; Jesús perdido siendo hallado entre los doctores de la ley; y finalmente una curiosa narración evangélica perteneciente al segundo capítulo del Evangelio de San Juan, cuando el Señor tras la expulsión de los mercaderes del Templo les dice: «destruyan este templo y en tres días lo reconstruiré«. Pero en esta interesante pintura mural, Jesús le está diciendo estas palabras a su madre, dato que no recoge ningún evangelista y que a su vez también está relacionado con otra conversación que vemos en el postcamarín, como es la despedida entre Jesús y su Madre antes de la Pasión.